Pepe Compagni

He hecho una web

2025-09-01 · ~6 min de lectura

Son tiempos de cambio. Creo que estamos viviendo una nueva era a nivel tecnológico.

El manejo del fuego, la rueda, la escritura, la agricultura, la aleación de metales, la máquina de vapor, la producción en masa, el manejo de la electricidad y electrónica, Internet y ahora la Inteligencia artificial y los LLM.

No es nada nuevo ni estoy descubriendo América, pero estoy cada vez más convencido de que esta última, quizá mal llamada Inteligencia, es una herramienta que va a revolucionar la manera en la que aprendemos y adquirimos habilidades. Lo va a simplificar y lo va a democratizar. Tardará más o menos. Se cometerán abusos por parte de grandes corporaciones y Estados. Pero lo hará.

Esta era mi tesis, pero como soy un hombre de ciencia (me he leído dos libros de Carlo Rovelli este verano), he decidido experimentarlo en mis propias carnes para ver si era cierto.

Mi relación con la tecnología siempre ha sido turbia. No fui de los primeros en tener Blackberry, ni el ordenador fijo que había en mi casa me servía para más que mirar vídeos míticos de youtube o chatear por Messenger o Tuenti con mis amigos del colegio después de comer. No sentía ninguna fascinación especial por la electrónica ni era un jugador de Playstation habitual. Me gustaba salir a jugar al fútbol y ser futbolista es una tarea que requiere dedicación plena. No había tiempo para cachivaches modernos.

Se puede decir que nunca he sido una persona muy hábil con la tecnología. Tengo la certeza de que nunca he explotado más de un 20% del potencial de ningún móvil u ordenador que haya caído en mis manos. Mi hermano Nacho, siempre escandalizado por el uso arcaico que hacía de mis dispositivos, me soltaba alguna reprimenda o intentaba sin éxito tratar de enseñarme una manera más eficiente de hacer las cosas.

Con mi entrada en Docensas, empresa a la vanguardia de la aplicación de los avances tecnológicos a la formación, empecé a entender que era cada cosa. Lo mínimo para no parecer estúpido. Nunca piqué código ni abrí una carcasa para reparar ningún hardware.

Era la persona perfecta para realizar el experimento sobre aprendizaje que probara mi tesis. Después de escuchar una entrevista fantástica de Tim Ferris a Derek Sivers, me puse manos a la obra. Sivers hacía un alegato pro-privacidad, anti grandes corporaciones tecnológicas y defendía que cada uno de nosotros tendríamos que ser los dueños de nuestra identidad digital y tener nuestras propias herramientas. Nuestro propio dominio, nuestra propia web, por supuesto nuestro propio correo y hasta nuestro propio “cloud” donde guardar las fotos de nuestro bautizo. Independizarnos de google. Salir de la caverna de platón y mirar el sol a los ojos.

Inspirado por Sivers, me decidí a hacerme un nuevo perfil de twitter (nivel fácil), comprarme mi dominio, crear mi correo, mi repositorio (no sabía lo que era), y mi editor web (ni Wordpress ni ninguno de los típicos). Quería entender que era el código y ver con mis propios ojos las entrañas y el lenguaje que permiten que podamos navegar por la red desatendiendo los peligros del submundo digital.

Que estés leyendo esto, es la prueba fehaciente de que el experimento fue todo un éxito y que efectivamente, son tiempos de cambio.

Cómo lo hice en dos días

Con un portátil y la ayuda de un LLM (en mi caso, ChatGPT de pago).

Dominio propio
Registré pepecompagni.com en Cloudflare. Ventaja: buen precio, DNS rápidos y extras de seguridad como DNSSEC (todavía no sé lo que es).

Correo privado
Creé contacto@pepecompagni.com en Proton y configuré los registros de correo para que todo vaya a bandeja de entrada:
– MX (Mail eXchanger)
– SPF (Sender Policy Framework)
– DKIM (DomainKeys Identified Mail)
– DMARC (política y reportes)

Repositorio
Abrí un proyecto en GitHub para guardar la web y su historial de cambios.

Editor
Escribí un archivo index.html con un diseño mínimo (texto, enlaces y una foto) usando Visual Studio Code. Cualquier editor sirve.

Publicación
Conecté el repo a Vercel para que, cada vez que haga un commit, se despliegue automáticamente. En Cloudflare apunté el dominio a Vercel.

Blog
Hice la página /blog/index.html (listado) y cada post como un archivo independiente con fecha en la ruta, por ejemplo:
/blog/AAAA-MM-DD-nombre-del-post.html
La home lee ese listado para mostrar siempre las mismas entradas que el blog.

Yo tampoco entiendo demasiado de como lo he hecho. Me lo iba diciendo ChatGPT y yo le iba haciendo caso e iterando, compartiendo capturas de pantalla cuando tenía problemas y equivocándome un poco a veces y descargando algunas aplicaciones que no he llegado a usar.

¿Por qué elegí estos servidores/empresas y qué es cada cosa?

Mayormente porque era las que recomendaba Derek Sivers en el podcast de Tim Ferris. Aquí van otros motivos.

1) Cloudflare (dominio + DNS)
¿Qué es? Imagina que pepecompagni.com es tu nombre en Internet. Cloudflare es como el registro civil + guía de teléfonos: guarda tu nombre y dice a qué “casa” (servidor) tiene que ir la gente cuando lo escribe.
¿Por qué lo elegí?

2) Proton (correo del dominio)
Un buzón con candados. Los mensajes van cifrados (especialmente entre cuentas Proton) y la empresa no vive de anuncios.
¿Por qué lo elegí?

3) GitHub (donde guardo la web)
Un cuaderno con historial y copia de seguridad. Cada cambio que haces se guarda como si fueran “páginas” con fecha; puedes volver atrás si te equivocas.
¿Por qué lo elegí?

4) Vercel (quien la muestra al mundo)
La imprenta y el cartero mundial de tu web: toma tus archivos y los reparte por copias cercanas a cada visitante para que cargue rápido.
¿Por qué lo elegí?

Cómo encajan entre sí

Cloudflare: “Cuando alguien teclea pepecompagni.com, envíalo a Vercel”.

Vercel: “Sirvo la web al mundo y me actualizo con cada cambio de GitHub”.

GitHub: “Guardo los archivos y su historial”.

Proton: “Recibo y envío el correo de @pepecompagni.com”.


Comentarios